Siempre que escuchamos la palabra grasa la asociamos con algo negativo. Lo cierto es que las grasas también forman parte de nuestra dieta, pero tenemos que aprender a distinguir las benéficas de las que no. Hoy te hablamos del omega 3 y 6. ¿Te suenan familiares?

Antes de hablar del omega 3 y 6 en específico, tenemos que contextualizar un poco el tema. Hay tres grandes tipos de grasas: las insaturadas, divididas a su vez en monoinsaturadas (de origen vegetal, como aceite de oliva o aguacate) y poliinsaturadas (del pescado azul y otros aceites como el de girasol); las saturadas, contenidas en carne y lácteos derivados de leche entera; y finalmente las trans que se concentran en margarinas y alimentos preparados.

Los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) son componentes importantes en la provisión de energía para mantener activo nuestro metabolismo, realizar actividades físicas y continuar con el desarrollo. Algunos de estos AGPI también son considerados ácidos grasos esenciales.

El omega-3 y omega-6 son justamente ácidos grasos esenciales, los cuales, básicamente y como su nombre lo indica, son indispensables para las personas en cuanto a su consumo o ingesta.

¿Qué es el Omega-3?

Los ácidos grasos omega-3 deben entenderse como una categoría de grasas vitales para el cuerpo. La forma de obtenerlos es a través de los alimentos, debido a que nosotros no podemos producirlos.

Dos de los ácidos grasos omega-3 más importantes son: el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). Ambos compuestos se encuentran principalmente en pescados como el salmón, atún y trucha; así como en mariscos,  nos referimos a mejillones, ostras y cangrejo. De igual forma se pueden encontrar en nueces, semillas y aceites vegetales.

Seguramente te preguntarás… ¿Cuál es el beneficio de estos ácidos grasos? Por ejemplo, el EPA se relaciona directamente con el funcionamiento de las membranas celulares, de hecho las protege del daño de los radicales libres e inhibe la formación de colesterol en su interior, por mencionar solo algunos aspectos.

Consumir la suficiente cantidad de pescado puede proporcionarte el omega-3 necesario para las diferentes actividades que ejecutas en tu día a día. Recuerda preparar el alimento asado u horneado, no frito (así evitas agregar otro tipo de grasas).

Ahora, hablemos del Omega-6

Los ácidos grasos omega-6 están presentes en los aceites vegetales, frutos secos y semillas. Si se consumen con moderación (cantidad pequeñas y especificadas por un especialista) pueden ser benéficas para ciertas funciones del cuerpo.

Por ejemplo, según la American Heart Association reemplazar la ingesta de grasas saturadas presentes en la carne, mantequilla y queso, con otros alimentos vegetales que contengan omega-6, como frutos secos y semillas, puede ser un cambio favorable en la dieta. No obstante, este tipo de modificaciones deben ser aprobadas por médicos especialistas, quienes además conozcan a la perfección las necesidades de cada persona.

Un tip que podemos darles es que algunos de estos ácidos grasos pueden causar inflamación, sin embargo, otros parecen tener propiedades antiinflamatorias. Lo importante aquí, es que se continúan haciendo investigaciones para conocer más sobre las ventajas y desventajas de ciertos alimentos, productos o acciones. Recuerda que cada persona es diferente y por ello es indispensable contar con la asesoría de un experto.

Fuente: FAO, Clínica Mayo, Página web Ask The Scientists